El trabajo del artista español Rafa Abad (Santander, 1987) se podría leer como una constelación de nudos poéticos que indaga en la subjetivación de la cultura neoliberal. Desde una perspectiva que articula elementos de conocimiento situado, pensamiento complejo, compromiso crítico y derechos humanos, sus piezas materializan la violencia simbólica que ejerce esta racionalidad de gobierno a través de sus mismas interpelaciones. Pero en lugar de enmascararlas tras una retórica visual sobrecargada de belleza y seducción como ocurre en las campañas de publicidad y marketing, Abad las despliega estratégicamente a contrapelo en el circuito institucional del arte para realzar las múltiples controversias que el mismo sistema genera. Gestos y registros nada inocentes, a veces muy crípticos, que al ser contemplados de manera reticular bosquejan una suerte de gramática acerca de lo que somos hoy y nos recuerdan con acierto que, a pesar de la existencia de representaciones hegemónicas, el potencial semiótico de un signo jamás se agota, dejando siempre abierta la posibilidad de resignificarlo. Todo ello motiva que la práctica artística de Abad resulte paradójicamente incómoda y esperanzadora a la vez, ya que nos invita a imaginar juntos alternativas más democráticas e inclusivas frente a cierta manera de ser gobernados.